EL PODER DE LA ORACIÓN EFICAZ

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.

La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16)

En el pasaje de hoy, lo primero que se nos indica es la confesión mutua de las ofensas. Es posible que tú hayas pedido perdón. Tú has confesado haber ofendido a alguien, pero ese alguien también te ofendió. Tú aceptas y reconoces tu falta, pero la otra persona mantiene su actitud verticalmente rígida.

¿Qué sucedería en este caso?

La palabra de Dios dice – de manera imperativa – que debemos confesar nuestras ofensas. ¡Observe que es una orden plural! Y que después de haber dado este paso, entonces ahora sí oremos unos por otros para recibir la sanidad requerida.

La parte final del texto bíblico dice:

La oración eficaz del justo puede mucho”

¿Cuántas veces hemos aplicado solamente esta parte del versículo?

Lo citamos a menudo y lo oímos decir a otros cristianos mientras oran por alguien. Inclusive cuando se está orando por personas no cristianas. ¿Sabía usted que la oración eficaz está enmarcada dentro de la justicia de Dios? Dicho de otra manera: Si yo soy una persona justificada por Dios, mi oración será eficaz si cumplo con la primera parte del versículo: “Haber confesado mis ofensas”.

Este tema es muy delicado y de incuestionable importancia, pues, se trata de tomar la palabra de Dios con el respeto que se merece y de aplicarla de manera responsable a nuestra propia vida.

Recordemos que en otra parte de las Sagradas Escrituras se nos dice que si traemos nuestras ofrendas al altar, y allí nos acordamos de que nuestro hermano tiene algo contra nosotros, dejemos la ofrenda delante del altar. Vayamos y reconciliémonos con nuestro hermano, entonces vengamos y presentemos la ofrenda. (Mateo 5:23-24)

¡Qué interesante! No dice… “Si he ofendido”,  Dice… “Si mi hermano tiene algo contra mí”. Lo cual indica que no debo esperar a ser ofendido para buscar o pedir perdón. De tal manera que no hay excusas. “Nadie se puede salir con la suya”. ¡Estamos acorralados! O reconocemos nuestras faltas, o seremos declarados por Dios como personas injustas e ineficaces para orar.

¿Se da usted cuenta de la profundidad de este tema, el cual tocamos muchas veces de manera superficial para apoyar una clase bíblica o una predicación emocional, donde se nos dice “busca a tu hermano y pídele perdón si sabes que le has ofendido”?

 ¿O en tal caso pedirle perdón si él/ella tuviera algo contra mí? Pero… ¿Qué hacemos?

¿Será que también nos justificamos y creamos estancamiento en la iglesia al punto de que la unción para sanar a los enfermos, para la liberación, y para que ocurran milagros ya poco fluye?

Esta es una pregunta para reflexionar el día de hoy. No dudo que usted desearía ver los milagros que se daban en la primera iglesia. Esos que narra el libro de los Hechos. ¿Pero sabe algo? Nosotros podemos continuar con el capítulo 29.

Exhorto con limpio entendimiento a todos los cristianos,

A revisar ahora mismo sin vacilar cómo está vuestra vida.

Confesemos nuestras ofensas unos a otros como hermanos,

 Así sanaremos a la iglesia y oraremos de manera efectiva.

 

¿Queremos ver milagros y un pueblo preparado para Jesús?

Entonces debemos orar como lo dicen las Sagradas Escrituras.

No es un consejo o recomendación del que murió en la cruz,

Es una orden imperativa que debe cumplir la iglesia madura.

 

Oración eficaz y perdón de las ofensas recibidas,

Están tan estrechamente relacionados entre sí.

Que pasar por alto esta bendita palabra de vida,

Le impediría a mi hermano ser sano y ser feliz.

 

Dios nos exhorta con amor pero también con firmeza,

A orar unos por otros eficazmente para ser sanados.

Dios no pide argumentación sino que se le obedezca,

No digamos ligeramente ¡Ya Cristo me ha libertado!

 

Unámonos en el orden bíblico de la oración eficaz,

Y estemos listos y preparados para ver maravillas.

Veremos a los enfermos sanados y a Dios glorificar,

Y también a los paralíticos levantarse de las sillas.