MI CASA DE BARRO

No es así mi casa para con Dios; sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas,

y será guardado, aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo. (2 Samuel 23:5)

Cuando vemos una vivienda de barro o bahareque, la primera impresión que se transmite es pobreza, ruina y baja calidad de vida. ¿Cierto?

En cierta manera, razón hay de pensar así, porque en las casas de barro no hay los recursos económicos suficientes. Pero paradójicamente Dios hace grandes cosas en y a través de las personas que allí viven, para que comprobemos que lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte. Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogio Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es. (1 Corintios 1:25-29)

Yo recuerdo de mi niñez haber vivido en esta casa de barro en nuestra finca . No teníamos dinero en abundancia. Pero todos en familia disfrutábamos de los productos que cultivaba mi padre.

Jamás pensé que mientras comía sandía con mis hermanas hasta saciarme. Que mientras saboreaba los diferentes tipos de bananos. Los quesos elaborados de manera artesanal. Los preparativos de mi madre… En el cielo ya había sido declarada una sentencia de bendición espiritual, tal como le fuera hecha a los patriarcas del antiguo Testamento.

Por ejemplo a Job, mientras él se debatía entre la vida y la muerte por la intervención perversa del maligno, Dios estaba escribiendo su historia llamándole justo, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?  (Job 1:8)

Mencionemos también a Jacob, quien durmió con una piedra de cabecera mientras huía de su hermano Esaú. Pero para él había un registro con su nuevo nombre: Israel.  

A Gedeón, escondiendo el trigo por temor a los Madianitas, Dios le llama “varón esforzado y valiente”

En este sentido, y en virtud de lo que ya ha sido declarado en el cielo, podríamos contar muchas historias que han sido registradas en la Biblia, o podríamos contar nuestra propia historia.

¿Qué historia tienes tú para contar?

¿Podrás decir algo del antes y el después? ¿Podrás atribuir a Dios tus logros, y asumir tus actos fallidos con responsabilidad?

¿Quisieras unirte conmigo en este día para dar a Dios la gloria por sus hechos poderosos? ¿Por tanta misericordia que ha tenido para con cada uno de nosotros, al permitirnos avanzar en la vida y adquirir un cúmulo de experiencias que hoy bendicen a otros?

Cuando viví en mi casa de barro, yo no conocía ninguna promesa de Dios. Yo no sabía que mientras jugaba con mis pies polvorientos bajo la luz de la luna, y con mis muñecas de trapo, en el cielo el Todopoderoso había decretado a mi favor. Por medio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, Dios había hecho un pacto que pude conocer en el año 1990. ¡Gracias Señor, porque ese pacto aseguró mi éxito y el de mis generaciones!

Hoy sigo viendo la casa de barro como el tesoro donde fueron enviados los pensamientos de Dios para mi bien. Este lugar que para algunos podría simbolizar pobreza, sigue siendo para mí una gran riqueza. Pues, paralelamente, las Sagradas Escrituras revelan que barro somos todos nosotros, refiriéndose a la habitación donde tú y yo vivimos, es decir, nuestro cuerpo.  

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros (2 Corintios 4:7)

Así que, estimado lector, espero este mensaje haya sido de inspiración para que puedas identificar la fuente de tu éxito.

 

Quiero ser receptora fiel de quien me ha hablado,

Para que oyendo su dulce voz le pueda obedecer.

Dios ha prometido éxito y su Palabra no ha cambiado,

Y aunque no comprenda muchas cosas le voy a creer.

Ya Él me estará conduciendo al señalado destino.

Porque justos y verdaderos son todos sus caminos.

 

Los detalles son del cuidado del Señor,

Tanto para iniciar como para concluir.

Estaré tranquila dándole gloria y honor,

Expectante porque todo se va a cumplir.

 

Cumple por favor tu propósito en mí, Señor,

Ayúdame a mantenerme siempre a ti unida.

Déjame verte actuando en este pacto de amor,

Perfectamente ordenado para toda la vida.