¡PUEBLO MÍO!

Y sabréis que yo soy el Señor, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío. (Ezequiel 37:13)

"Me gustaría vivir en una ciudad y no en un pueblo, para que no me llamen “pueblerina”. ¡Además los de la ciudad prosperan más rápido y tiene mejores oportunidades!

Bueno, a mí me gustan los pueblos porque son más seguros y no hay tanta congestión vehicular…"

Esta es la conversación que en alguna ocasión escuché acerca de los pueblos y las ciudades.

Independientemente de qué lado usted esté mi estimado amigo, permítame decirle que el Señor Dios todopoderoso llama a sus escogidos: “Pueblo suyo” ¿No le parece interesante?

¡Pero claro, hoy no nos ocuparemos de los pueblos, hablando de manera literal! Es decir, de casas construidas a base de piedras y arena. ¡Tampoco hablaremos de las casas arruinadas por los malos tiempos!

Hoy hablaremos de un pueblo que ha salido de la esclavitud del pecado. Y precisamente el texto del encabezamiento nos señala dos promesas relevantes que el Señor le entrega a ese pueblo.

¿Cuáles son esas promesas?

  1. Conoceremos a Dios cuando hayamos salido del sepulcro.
  2. Dios mismo nos saca del sepulcro.

El momento de saber quién es Dios, es cuando salimos del sepulcro, o mejor dicho, ¡Cuando Dios nos saca!

El sepulcro significa muerte. Es por tal razón que todos aquellos que están muertos en sus delitos y pecados no pueden conocer a Dios, sino hasta que salen y reciben la vida eterna por medio del señor Jesucristo, pues, Él es quien da la vida y quita la muerte.

Jesucristo tiene todo poder para quitar la muerte y sacar a luz la vida y la inmortalidad por el poder de su Palabra. Él me ha sacado del sepulcro de muerte y me ha trasladado a la vida. Pero primero abrió el sepulcro para que en mi salida yo no sufriera daño.

Dios en su infinita misericordia nos saca del sepulcro de muerte con sus manos tiernas y amorosas. Éste es el Dios que nos da la libertad. Ahora la muerte no tiene más potestad sobre nosotros.

Oro al Señor que sean abiertos todos nuestros sepulcros para vivir una vida plena de libertad gloriosa en Cristo. Que hagamos conciencia de los tipos de sepulcros que pudieran estar todavía aprisionando nuestra alma y los pongamos a los pies del Salvador.

 Oro a Dios que nuestros sepulcros se abran,

Que sea quitada la tristeza y toda opresión.

Que su pueblo descubra que cuando clama,

La piedra que tapa el sepulcro es quitada,

Y nuestros ojos se abren para ver al Señor.

 

Que se rompa de nuestra alma toda atadura,

Oro al Padre Celestial en el nombre de Jesús.

Para que le adoremos sin ninguna amargura,

Sino libres y limpios por la sangre de su cruz.

 

Dios lo ha prometido y es poderoso para hacerlo,

Nos llama real sacerdocio y su pueblo adquirido.

Él completará su obra de amor en sus elegidos,

Él nos sacó del sepulcro para poder conocerlo.

 

Si todavía tienes ataduras por el pecado,

Hoy es día de romper con toda opresión.

No te resignes a vivir más esclavizado,

Cristo te ha llamado para darte liberación.