Conduciré a los ciegos por un camino que no conocen, por sendas que no conocen los guiaré;
cambiaré delante de ellos las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas haré, y no las dejaré sin hacer. (Isaías 42:16)
Consultando acerca de la vida de las palomas, encontré que poseen una extraordinaria agudeza visual. El ojo de la paloma está muy perfeccionado. Gracias a una gran sensibilidad de la retina, estas consiguen una agudeza visual que supera en mucho a la humana.
El día de Acción de Gracias fue interesante ver un grupo de palomas volar en bandadas. Lo hacían alrededor de un hombre que les suministraba comida en la playa; volaban en círculo, pero regresaban y se posaban dentro de un espacio enmarcado por pequeños barrotes enterrados en la arena. Eran ordenadas en su vuelo y en su aterrizaje.
Pues bien, el mensaje de hoy no es precisamente para los que tienen agudeza visual como las palomas, sino para los ciegos. De modo que, si considera que tiene algún porcentaje de ceguera espiritual, este mensaje es para usted.
Por mucha visión que creamos tener, siempre vamos a necesitar que Dios nos muestre el camino por donde debemos andar, pues, él todo lo ve y todo lo conoce. ¡Nadie supera la visión de Dios!
Cuando admitimos que no conocemos el camino por donde debemos andar, le damos al Señor la oportunidad de que nos guíe hasta el final, y nos diga:
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. (Salmos 32:8)
Estimado amigo, si usted está transitando por un camino escabroso, muy difícil de andar, Dios quiere intervenir llevándole de su mano para que lo haga con seguridad. No obstante, aunque el camino sea intransitable, la presencia del Señor le infundirá aliento para seguir.
Dios quiere guiarnos de su mano y que seamos dóciles para permitírselo. El camino por donde nos lleva es el que nos conduce al cumplimiento de su voluntad.
Señor, condúceme por los caminos que no puedo ver,
Por favor sin soltarme de tu mano ayúdame a caminar.
Enséñame a depender de ti como el niño que, al nacer,
Depende de los cuidados que su madre le pueda dar.
Lo escabroso me ha traído muchas lágrimas y dolor,
Pero conservo en ti nuevas fuerzas para continuar.
Porque una esperanza se asoma cuando sale el sol.
Y también permanece hasta que se vuelva a ocultar.
El Señor me guía Cambiando las tinieblas en luz,
Hace transitable la ruta, aunque tenga espinos.
Me lleva de su mano mientras yo miro su cruz.
Y oyendo sus promesas con seguridad camino.