El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida,
y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3:5)
En el texto bíblico de hoy, me he encontrado con tres maravillosas promesas:
1. Seré vestida de vestiduras blancas
2. Mi nombre no será borrado del libro de la vida
3. Cristo confesará mi nombre
Aunque mi color favorito sea el verde en todas sus tonalidades, el blanco es el que mi Señor Jesucristo ha escogido para que yo sea vestida al terminar mi carrera como vencedora.
Que mi nombre permanezca indeleble en el libro de la Vida es motivo de gran gozo.
No hay sonido más dulce que el sonido de nuestro nombre. Pero cuando lo oímos pronunciar a través de alguien amado suena aún más dulce. Sin embargo, ¡En los labios de Cristo será sublime!
Jesús mismo será el encargado de confesar el nombre de todos aquellos que no se rinden en esta carrera.
Cuando el Señor dice: “El que venciere “… Se subraya la idea de que para poder vencer primero se debe librar una batalla. Y para poder salir vencedores tenemos que pelearla. ¡Claro está que la batalla debe ser enfrentada con las armas espirituales que Jesucristo nos ha entregado!
Leamos el siguiente verso con señal de advertencia:
No tiremos las armas en medio del combate,
Para que no se conviertan en botín del enemigo.
Hagamos defensa con la Palabra como baluarte,
Y estaremos firmes como Cristo lo ha prometido.
Hay galardones listos para ser entregados a los vencedores. A los que combaten con las armas del Señor. Estos galardones hemos de recibirlos al terminar la carrera, como el apóstol Pablo lo dijera en una de sus epístolas:
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que aman su venida." (2 Timoteo 4: 7-8)
Con la certeza de que no corremos en vano, prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:14)
Todo aquel que haya vencido legítimamente,
Y haya terminado la carrera diligentemente,
Podrá con Jesús reinar por toda la eternidad,
Y será vestido de blanco símbolo de santidad.
Ese día la pureza de su corazón será manifiesta,
Porque tuvo valor permaneciendo firme para pelear.
No con armas convencionales se enfrentó a la guerra,
Sino con las armas espirituales que bien supo utilizar.