Busqué entre ellos un hombre que levantara el muro y que se pusiera en la brecha delante de mí,
intercediendo por la tierra para que yo no la destruyera; pero no lo hallé. (Ezequiel 22:30) RVA
Es un texto bíblico bastante conocido y citado frecuentemente por el pueblo cristiano, el cual podría convertirse en solo un recital poco provechoso si lo llegásemos a sacar del contexto. Pero si revisamos el versículo y nos detenemos a estudiar el trasfondo histórico, nos daremos cuenta de que aquí se exhorta es al pueblo de Dios a tomar la antorcha de la oración, a su vez es una alarma sonando porque, ¡Algo anda muy mal en las naciones del mundo!
Originalmente esta palabra fue declarada por medio del profeta Ezequiel a la nación de Israel. Hoy, todos los hijos de Dios estamos llamados a proclamar nuevamente esta verdad.
Hay una alerta vibrante a causa de la destrucción, la injusticia y la maldad que impera en el mundo. Justamente era lo que estaba ocurriendo en la nación israelita para ese entonces:
Los hombres estaban llenos de asesinatos, idolatría e infamia. A los padres y a las madres se les trataba con desprecio. Trataban con abuso y maltrato al extranjero, a los huérfanos y a las viudas. Había calumniadores. Hombres cometiendo todo tipo de abominaciones e inmoralidad sexual. Menospreciaban lo sagrado. Daban falsos testimonios. Detrás de sus muros vivían hombres que cometían adulterio, que deshonraban sus nueras o violaban a sus propias hermanas.
Por todas partes había asesinos a sueldo. Prestamistas, usureros y extorsionistas que ni siquiera pensaban en los mandamientos de Dios. Hasta la gente común oprimía a los pobres, robaba a los necesitados y privaba de justicia a los extranjeros.
Los profetas hacían conspiración para devorar al inocente, apoderándosete del patrimonio y de las cosas preciosas que ellos poseían. Los sacerdotes (pastores) violaban la ley y profanaban las cosas sagradas. No hacían diferencia entre lo santo y lo profano, ni enseñaban al pueblo a distinguir entre lo impuro y lo puro.
Sus profetas adivinaban mentira, diciendo: “Así ha dicho el SEÑOR”, pero el SEÑOR no había hablado.
Por tanto, como el pueblo Israelita se había corrompido desmedidamente, Dios buscó entre ellos un hombre que levantara el muro y que se pusiera en la brecha delante de Él intercediendo por la tierra para que no la destruyera; pero no lo halló.
¿Será que en este último tiempo la situación es diferente?
¿Será que todavía Dios anda buscando uno que interceda?
¿No uno que haga oración algunas veces u ocasionalmente?
¿Sino que se ponga en la brecha y rescate lo que aún queda?
Usted mi amigo, me dirijo a usted que lee esta reflexión.
Si ha hecho el compromiso de seguir al Señor Jesucristo,
Hoy podría decir “Cuenta conmigo” “Heme aquí Señor”.
Para que la iglesia no sufra por nuestra falta de oración,
Y por causa del pecado que dentro del muro se ha visto.
Señor, por favor necesito estar bien fortalecida,
Para cumplir la tarea que me has encomendado.
Porque estás buscando a quien ya has llamado ,
Por favor haz que muchos nos dejemos encontrar.
Para que contigo levantemos un muro de seguridad,
Y entonces así mantener nuestra la tierra protegida.