OÍ LA VOZ DE MI AMADO

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,

entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)

Amado Dios, ¡Gracias por dar aviso!

Gracias porque, aunque llegues de manera suave y delicada, me dejas saber que estás presente

He aquí que primero dices: “Aquí estoy” A lo cual yo respondo: ¡Señor, gracias por venir! Gracias por estar a la puerta esperando que yo abra. 

Cada vez que tú me llames diciendo mi nombre, quiero estar dispuesta a oír tu voz y la puerta abrir. Pero si tuviese un corazón endurecido, ¿Cómo podría oír tu voz?

Quizás me has llamado en muchas ocasiones y no te he escuchado, por estar con mis oídos entorpecidos a causa del ruido de alrededor, o por el que yo misma he ocasionado.

Señor, Hoy abro mis oídos y abro mi corazón para oír tu voz.  Hoy abro la puerta. ¡Entra por favor! Cenemos juntos y hagamos un pacto de amor eterno.

Mis oídos necesitan oír la voz de mi amado,

Cada vez que diga hija mía yo quiero entrar.

Y si acaso se habían entorpecido o cerrado,

Hoy yo determino su voz otra vez escuchar.

 

Por favor llámame siempre, hazlo cada día,

Porque tu hija se deleita con esa melodía.

Estoy anhelante de oír el tono de tu voz,

Ven amado mío, ¡No te tardes por favor!

 

Quiero aprender a oír y aprender a escuchar,

No quiero confundirme con extrañas voces.

Al oírte cada día mi espíritu ha de despertar,

Entonces diré ven por favor conmigo a cenar,

Ven amado mío ¡Gracias porque me conoces!