PLENITUD DE GOZO

Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. (Salmos 16:11) 

“Ya era tarde, y mi esposa debía haber llegado a casa. La esperé en el paradero del bus y pasó el último de la noche. Pero no tenía noticias de ella. Cansado de esperar, volví a casa y me acosté, pero no pude conciliar el sueño, pues estaba pendiente de ella. Entonces me levanté para orar y, en ese momento, Dios me preguntó: "¿Estás esperando a tu esposa?". Sí, Señor, contesté. ¿"Tienes sueño"?, volvió a preguntar. "No, ¿Cómo voy a poder dormir en estas circunstancias"?, respondí. Entonces, el Señor me dijo lo siguiente: "¿Y Cómo es que duermes tan bien cuando me estás esperando a Mí"?

En ese momento descubrí una verdad espiritual muy importante, y me pregunté por qué me daba tanto sueño cuando esperaba al Señor. Me respondí yo mismo: "¡Ah! ¡Es porque no lo estoy anhelando lo suficiente! ¡No estaba esperando con expectativa la presencia del Señor!

En todo el tiempo que permanecí esperando a mi esposa, Dios me enseñó  distintas cosas. Así recordé que, a veces, cuando decía que esperaba en Dios, muchas veces había fallado en anhelar más de su presencia. Pensaba que si no podía encontrarlo hoy, podía hacerlo mañana, y si no era mañana, podía ser pasado mañana. Pero la verdad es que cuando realmente lo esperemos con todo el corazón, ¡Saldrá a nuestro encuentro!”

La historia de este esposo es un vivo ejemplo de lo que nos sucede a “casi” todos los cristianos cuando hemos decidido pasar tiempo a solas con Dios. He oído a predicadores y a pastores decir lo mismo acerca de sus experiencias de oración. Ellos habían establecido un horario para buscar al Señor, pero a la hora del cumplimiento, la cama parece tomar ventaja y las cobijas se “pegan” al cuerpo. Esto es una lucha diaria para alcanzar nuestro objetivo.

En más de una ocasión he establecido un horario específico para pasar tiempo con Dios diciendo: “Señor, quisiera levantarme a las 3:00 o 4:00 de la mañana para hablar contigo".

Pues bien, coloco el despertador para no incumplirle al Señor. Pero lo inimaginable es que antes que éste suene, ¡El señor se adelanta y me despierta! Porque claro. Él siempre llega primero a las citas. ¡Nunca llega tarde!

¿Qué ha sucedido otras veces? Me he despertado sin oír la alarma y no he vuelto a conciliar el sueño durante el resto de la noche. ¡Esto no ha sido una cita ordinaria! Pienso que Dios en su agenda soberana la asignó y no me la comunicó. Pues a fin de cuentas yo no soy su secretaria… ¡Yo soy su hija! Y cuando él decide hacer algo está en todo su derecho de decirlo o de mantenerlo en secreto. Si bien es cierto que, el Señor Soberano nunca hace nada sin antes revelar sus planes a sus siervos, los profetas, no sucede de la misma manera cuando se trata de lo personal. Cuando se trata de relaciones íntimas. ¿O acaso ha oído usted que los esposos responsables sacan a luz pública sus intimidades?

En otras circunstancias, cuando el cansancio me ha vencido; o cuando mi estado de salud no ha sido la mejor, mis citas, mi plan de encuentro los he postergado o incumplido. Más esto antes que afligirme o avergonzarme me alienta; pues, me hago mucho más consciente de que tengo a un Padre comprensivo y misericordioso.

Hoy estoy aquí Señor, una vez más dispuesta a estar a solas contigo. Sin agenda programada. Sin restricciones de tiempo. Las condiciones son perfectas, pues no tengo otro compromiso más alto.   

Estar a solas contigo es lo más excelso Señor,

Pues tu dulce presencia es de incalculable valor.

Se recrean aún mis huesos y mi alma se sacia,

Por eso es que al venir a ti no necesito nada más.

Gracias Padre amado por tu inmensurable gracia,

Te agradezco por abrigarme con tu manto de paz.

 

Sin citas y sin esquemas trazados por razonamiento,

Sin que suene la alarma y sin una lista de pedidos.

Deseo que siempre sea una delicia nuestro encuentro,

El conocerte a ti Señor es lo mejor que me ha sucedido.