Porque tú salvarás al pueblo afligido, y humillarás los ojos altivos. (Salmos 18:27)
Quien haya tenido alguna aflicción hoy puede compartir su experiencia como un hecho que ya pasó. ¿Por qué? Porque no se quedó en ese estado para siempre, pues, hubo alguien que le tendió la mano y le levantó. Yo doy testimonio de las veces que he atravesado el valle de sombra de muerte y he sido ayudada por el Dios Todopoderoso.
¿Quién no ha experimentado aflicción? Podríamos decir que todos la hemos vivido. Todos hemos sentido que “se nos parte el alma”. Y lo peor es que mientras pasamos por ese momento, el tiempo nos parece una eternidad. Cuando estamos afligidos y quebrantados el profundo dolor nos "baja al piso".
¿Pero sabes? Esto es solo un momento. Sí, ¡La aflicción es una leve tribulación momentánea! Pero si siendo momentánea sentimos que “se nos parte el alma”, ¿Podrías imaginar lo que sienten aquellas personas que por rechazar el amor de Dios manifestado en la persona de nuestro Señor Jesucristo, ahora mismo están sufriendo el más horrible dolor en un lugar de tormento? ¡Y allí es por toda la eternidad! Esto no es fantasía ni ciencia ficción estimado amigo. Ese lugar es tan real como real es el dolor.
¡Entonces por qué permanecer en aflicción cuando Dios promete salvarnos!
¿Quisieras tú ser libre de la aflicción?
Solo debes aceptar la salvación que Dios te ofrece. Solo humillar tu corazón y reconocer que lo necesitas. Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde; pero al altivo mira de lejos. (Salmos 138:6)
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15)
Ven ahora a los brazos del Padre Celestial,
Al que te hace la invitación para sanarte.
Ven y acude al único que te puede liberar,
Esperando ha estado por ti para salvarte.
Esta es la mejor decisión que debemos hacer,
Entregar el corazón, que es entregar la vida.
Dios nos consuela y sana todas las heridas,
Para él todo es posible, todo lo puede resolver.