OYENDO LA VOZ DEL PADRE

Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. (1 Juan 3:18)

¿Quién no quisiera oír la voz de un padre? ¿Quién no oiría la voz de un padre más aún si lo hace con amor?

Estemos entonces atentos para oír lo que Dios nos va a hablar desde la posición de Padre. Esta vez no hablará como juez, esta vez no hablará como Señor o como Rey. Esta vez lo hará como un Padre que aconseja con ternura usando la expresión “hijitos” y en consecuencia, lo que espera de nosotros es obediencia inmediata. ¡Cómo no conquistar nuestros corazones si nos habla de tal manera!

Lo primero que resalta en el texto bíblico es la expresión “hijitos míos”, esto indica evidentemente que el consejo de Dios va dirigido a todos sus hijos.

El consejo de hoy va dirigido a todos los que han abierto su corazón al amor del Padre Celestial. De paso quisiera decirle a usted estimado amigo, que si aún no ha recibido al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador, este es el momento para hacerlo y convertirse en hijo de Dios.

(Jesucristo) a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:11-13)

Notemos que nuestro Padre Celestial después de llamarnos “hijitos”, nos hace una petición donde él se incluye diciendo: “no amemos de palabra ni de lengua…”

Al hablar en plural, es como si Dios dijera: “Yo lo hago, háganlo ustedes también; sigan mi ejemplo.” De tal manera que al ver lo que el Padre hace, nosotros sus hijos también lo hacemos.

¿Y de qué manera Dios nos ha demostrado su amor? ¿Por qué dice a sus hijos que amen de hecho y en verdad?

Entendiendo que toda palabra se sustenta con una evidencia, y que cada expresión de amor debe tener una demostración práctica, justamente eso es lo que ha hecho el Padre Celestial. Su amor ha sido demostrado entregando a su Hijo Jesucristo en la cruz para salvarnos de nuestros pecados. Esto indica que el Padre Celestial tiene suficientes méritos para hacernos esta justa petición: “no amen de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

Te llamamos Papi porque tú nos llamas hijitos,

Y te decimos “Abba, Padre” cuando clamamos.

También fue la oración del Señor Jesucristo,

Cuando en Getsemaní a muerte lo entregamos.

 

Es acercarme muy próximo a tu corazón,

El hablarte de manera muy dulce y tierna.

Es cierto que eres mi Rey mi Salvador y Señor, 

Pero como Padre me haces sentir más pequeña.

 

Es por el amor que me has transmitido,

Que me habilitas a hacer el bien a todos.

Señor, sé que amas aún a tus enemigos,

Lo cual me invita a vivir del mismo modo.

No es una sugerencia o recomendación,

Es un consejo para cumplir sin condición.